C. D. Otxartabe más que un club de fútbol sala, una familia
Otxartabe, un equipo de barrio que se ha profesionalizado a base de mucho esfuerzo
Gabriel de Luis
Se abre la puerta y se encuentra una sala de reuniones con montañas de papeles encima de las mesas, con fotos de todo tipo pero sobre todo con mucha simbología que representa al club de fútbol sala de Otxarkoaga, el C. D. Otxartabe. Si se echa una mirada solo encuentras mucha trabajo, esfuerzo, dedicación… Los libros y material de oficina así lo corroboran. En la oficina están Germán Tendel, el principal promotor y gestor del club y su lado derecho Mousin Elhaddadi coordinador, entrenador y jugador del club, entre ellos se observa una gran compenetración, son muchos años trabajando juntos.
Al llegar, los principales responsables se encuentran ayudando a dos chicos de marruecos que acaban de llegar al barrio y el club y la asociación Tendel les presta su ayuda y consejo para que puedan tener todos los papeles en regla para convivir en el barrio y poder formar parte en un futuro de la entidad. “Nos gusta ayudar a los más necesitados” señala Tendel.
Otxartabe no empezó siendo lo que es hoy en día, un club semiprofesional. Para entender como un club de barrio pasa a estar jugando en la categoría de bronce del fútbol sala nacional español hay que retomarse muchos años atrás. Concretamente al año 2006 donde el club decide dar el paso de entrenar categorías escolares a federado. Según Germán Tendel, “ocurrió como algo natural, vimos la necesidad de profesionalizar el club para poder captar más chavales y seguir creciendo”. La decisión vino marcada por una necesidad de crear una nueva estructura porque se entendía que sin ese paso habría muchos chavales que no podría seguir jugando porque “las categorías escolares se nos quedaban algo pequeñas” destaca Tendel.
El proceso no fue ni mucho menos fácil, ya que en Otxarkoaga no existe ningún campo cubierto y esa es “una necesidad indispensable para poder competir en ligas federativas, ese fue el primer hándicap” asevera Tendel. Por consiguiente, el club tuvo que moverse mucho y rápido para lograrlo, finalmente se consiguió tras llegar a un acuerdo con colegios de Txurdinaga y Santutxu, barrios anexos al club.
Paciencia y sacrificio
Ahí estuvo el primer escollo, pero no el último. Porque en el fútbol sala al igual que en la vida, no todo es de color de rosa. Ahora ya se disponían de pabellones para poder disputar partidos pero ahora sería necesario el sustento económico para pagar equipajes, arbitrajes y balones. “Recuerdo cuando yo empecé, solo teníamos 3 o 4 balones buenos y el resto deshinchados, que los hinchabas y al acabar el entrenamiento ya se les había ido el aire. La ayuda de la Asociación TENDEL fue indispensable para poder llevar a cabo el crecimiento de Otxartabe, fue la llave de paso” afirma Elhaddadi.
La asociación TENDEL es un colectivo formado por un equipo de educadores profesionales del barrio de Otxarkoaga que ha trabajado en el ámbito del tiempo libre y social durante los últimos años.
“Desde el principio de nuestra Asociación se creó con una idea clara: invertir en la mejora de la calidad de vida de nuestros jóvenes, en el barrio de Otxarkoaga y consideramos que eso hacía Otxartabe” relata Tendel.
Gracias a la asociación de Germán, Otxartabe pudo evolucionar y convertirse en lo que es hoy en día. Asimismo, lejos de lo que muchos puedan pensar, ya que el club es multicultural, tiene muchos jugadores de diferentes etnias y países, “no recibe ayuda de ningún tipo, es más tenemos muchos problemas por ello” cuenta Tendel.
Lo cierto es que cuando quieres inscribir a un jugador extranjero en las ligas federadas de Bizkaia o el País Vasco se deben rellenar una serie de impresos que más tarde tiene que estar aprobados para que el jugador pueda competir. “A veces hasta enero muchos de ellos no pueden jugar por la tardanza de estos procedimientos, normalmente hasta mitad de temporada no tenemos la plantilla al completo” explica Elhaddadi.
Unos procedimientos que no solo desquician a los jugadores, sino que a veces son muy costosos. Tendel afirma que han llegado a demorarse más de seis meses en darles el visto bueno para que un jugador pueda empezar a competir y que han llegado a tener incluso juicios con la FIFA por estos casos. A ojos del promotor de Otxartabe es “incomprensible que se pida tanto a un club humilde como nosotros, lo entiendo para un Real Madrid o Barcelona, pero para Otxartabe no”.
A pesar de todas las dificultades y dolores de cabeza, ni Germán, ni Mousin han dejado a nadie de lado ni han defraudado en la gestión del club. Siempre han luchado por que todas las personas sin importar su raza o de donde provengan tengan las mismas posibilidades de poder jugar dentro de la entidad.
Mousin relata que muchas veces por ser jugador de otra raza ha tenido que llegar a escuchar insultos a su persona, pero destaca que ha sido pocas veces y que le ocurrió hace muchos años, cada día es algo que esta venido a menos.
“Muchas veces me ha tocado realizar más funciones de psicólogo, que de entrenador” afirma Elhaddadi. Moha, jugador del club, nos cuenta “el año pasado no me dejaban jugar por los problemas con los papeles y fue muy frustrante para mí, ya que entrenas toda la semana y luego no puedes jugar, pero gracias al trabajo de todos los integrantes del club finalmente acabe debutando y fue algo especial para mí”.
Soñar para crecer
En el año 2014 el club incorpora una nueva categoría al club, la de femenino. “Era algo que se venía buscando desde hace ya muchos años y que no se había podido llevar a cabo” subraya Tendel. Sin embargo, finalmente se logró y hoy en día tenemos un equipo muy competitivo.
Mousin destaca que antes ya había habido chicas que quería que se hiciera un equipo pero que no se contaba con las jugadoras suficientes como para realizarse. Muchas de ellas tenían vergüenza o miedo a jugar, algunas solo querían entrenar y hacer deporte pero por insistencia y tras hablarlo el sueño de tener todas las categorías pudo realizarse dentro del organigrama de Otxartabe.
El club en los últimos años ha ido creciendo mucho y atrayendo a muy buenos jugadores. El año pasado sin ir más lejos, Yeray Hernández, ex internacional con España y jugador que ha militado en la LNFS (Liga Nacional de Fútbol Sala) y en la Seria A de fútbol sala (Liga Italiana) se incorporó a las filas de Otxartabe. “Se logró gracias a la gran amistad que une a Rodri entrenador del primer equipo de Otxartabe y él, a día de hoy es un jugador capital” enuncia Tendel.
Este suceso también coincidió con “el mejor año del club” según Elhaddadi. La Temporada 2017/2018 se consiguió para el Otxartabe el ascenso de 3º división nacional a 2ºB división nacional, que es la división de bronce dentro del fútbol sala nacional español. Este logró se consiguió tras ser primero en la liga y haber concedido tan solo cinco derrotas en todo el campeonato. Según Elhaddadi “fue la recompensa al trabajo de todo el club”. Asimismo, coincidió con el ascenso del filial de primer división territorial a preferente, siendo esta, la última, la primera categoría senior a nivel autonómico que se juega a tiempo parado. Todo un logro para la disciplina.
Hoy en día el club cuenta con más de 300 jugadores entre todas sus categorías, de los cuales tres cuartas partes son extranjeros, y alrededor de 50 personas encargadas de la formación y el buen desarrollo de las actividades de la entidad. “Con los años Otxartabe se ha convertido en un club de referencia para muchos, no solo por lo futbolístico, sino por los valores que enseñamos: dedicación, compromiso, respeto, juego limpio entre otros, y todos ellos a todos los integrantes dentro del club. La clave del éxito creo que radica en la unión y el trabajo de todas las personas que hay detrás. Sin duda nuestros valores nos han traído aquí y los chavales ya no ven a Otxartabe como un simple club, muchos lo identifican como una familia” destaca Tendel.

Rostros rojos en piedra gris de Markina
25 años han pasado desde que, gracias a la insistencia de los vecinos de Otxarkoaga, el busto de Marx y Lenin llegase a la plaza Kepa Enbeita. Todo un reclamos turístico que ha visto cambiar a un barrio entero
Iker Izquierdo
“Llevo 20 años viviendo en el barrio y la estatua siempre ha estado aquí”. Si los ojos de Arturo Echevarría, jubilado casado con sus horas de recreo en los parques de Otxarkoaga y las timbas de mus de sobremesa, hubiesen aterrizado un lustro antes en el barrio, seguramente serían testigos de la llegada de Karl Marx y Vladimir Lenin. Todo un acontecimiento multicolor que rompió con el panorama gris que se respiraba desde la década de los 80 y que llenó el lugar de confeti y banderas blancas, verdes y rojas. Cuando el Ayuntamiento de Parla rechazó acoger el busto de los ilustres rostros comunistas –este salió de la embajada soviética de Madrid tras la caída del régimen–, la asociación vecinal parlense La Solidaridad y la comparsa bilbaína Pa-Ya! decidieron, en 1993, unir fuerzas y empadronar el busto en el mismo centro de Otxarkoaga; la plaza Kepa Enbeita.
La escultura cayó “de rebote”, cuenta el fundador de la comparsa, Jon Martínez. Como buenos bilbaínos, los miembros de Pa-Ya! quisieron traer la estatua comunista más grande que había por aquel entonces. 30 metros de piedra bolchevique que, tras la caída del régimen, se quedó cogiendo polvo en Bucarest. “Teníamos todo organizado para traerla al barrio; habíamos hablado con un camionero que nos cedía el vehículo, teníamos preparado el presupuesto… pero, finalmente, el gobierno rumano nos dijo que no”, explica Martínez. El caso de unos bilbaínos que querían importar la estatua más grande del comunismo inundó de portadas todos los kioskos. Un éxito que se “fue de las manos”. El terremoto mediático llegó hasta Parla. La asociación vecinal La Solidaridad, tras confirmar que el Ayuntamiento no les daba permiso homenajear la ideología comunista, se puso en contacto con Pa-Ya! y así ofrecerle lo que hoy yace en Otxarkoaga. “Para los que adoramos la figura de Marx y Lenin es algo grandioso”, comenta el presidente de La Solidaridad, Florencio Aguado.
Cuando el busto llegó, no era más que dos rostros pétreos cincelados en piedra blanca. La Solidaridad y Pa-Ya! tuvieron que ingeniárselas para engalanar una escultura que, según Martínez, “se merecía todos los honores”. La solución estaba a 30 kilómetros al este. La cantera de Markina escupió de sus entrañas la piedra gris que hoy envuelve las dos figuras comunistas. Un abrazo vasco-soviético que, a día de hoy y después de 25 años, sigue siendo un símbolo de la "la lucha fraternal del pueblo unido". Sin embargo, la disparidad del ideario político de nuestro país ha provocado más de un susto. “Un día nos encontramos con que había recibido varios disparos –Martínez, entre susurros, como el que revela un secreto que nadie conoce– Nos imaginamos que fueron los amigos de la casa cuartel”. A pesar de ello, la escultura se aprecia sin mácula, todo gracias al empeño que han puesto los vecinos del barrio en ello: “Nosotros nos encargamos de limpiarla, cambiar el cristal… y todo sin un solo euro de dinero público”, matiza el comparsero.
Marx y Lenin llevan 25 años observando como el barrio ha cambiado desde que llegaron. “Algunos hermanos, por culpa de la droga o de la situación política de la época, ya no están para ver en qué se ha convertido Otxarkoaga”, se entristece el fundador de Pa-Ya!, al recordar con nostalgia a los compañeros en la lejanía. La primavera democrática que se vivió con el florecer de la década de 1980, rivaliza notablemente con el invierno que sufrió una generación entera. “Estudios avalados por farmacéuticos determinan que más de 600 jóvenes murieron a causa de la droga en este barrio. Personas que hoy tendrían familias y una vida”, añade Martínez. El boom de la heroína y la violencia terrorista se llevó a nietos, hijos y hermanos cuando aún no era su turno.
Pasen y vean
La oficina de turismo se encoge de hombros cuando el foráneo de turno llega a Bilbao y pregunta por Otxarkoaga, si es que alguna vez se llega a formular dicha pregunta. En el mapa de la ciudad caben las icónicas curvas del Guggenheim o los nuevos cimientos de San Mamés.
Sin embargo, la esquina superior derecha del plano pone el límite de la villa en las calles de Begoña, cerca de la basílica. Más allá, donde la tinta del mapa no llega, Marx y Lenin esperan a los turistas con los brazos abiertos. Algunos llegan a visitarlos; otros ni se enteran de que
están. “Mucha gente viene a Otxarkoaga solo a ver la estatua. Alguna que otra vez hemos visto como gente, que no es del barrio, deposita flores bajo el monumento”, cuenta Jon Martínez.
Pasar desapercibidos ha sido lo mejor que le ha ocurrido a los comparseros, según cuenta Martínez. “Nosotros estamos encantados de que el Ayuntamiento no se inmiscuya porque, cuando lo hace, sus decisiones suelen ser como las que tomaba Julio César. Y el pulgar, en estos casos, –Martínez ejecuta un gesto de pollice verso– siempre suele ir hacia abajo”.
